Taponamiento de oído

¿Oídos taponados: por qué ocurre y cómo solucionarlo?

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En los viajes de avión el oído se puede taponar si se realizan cambios importantes de altura. Junto a las temidas otitis externas, que proliferan en verano debido a los baños en piscinas, en esta época del año es muy común que se taponen los oídos. – Foto de azerbaijan_stockers – www.freepik.es.

Esto ocurre cuando el oído medio hace vacío, generalmente debido a los cambios de presión. Entonces aparece una sensación molesta, a veces incluso dolorosa, que no reviste gravedad pero que puede resultar realmente incómoda, en especial en el caso de los niños.

Hay dos situaciones en verano que favorecen el oído taponado:

Cambios de presión en viajes: Tanto los viajes en avión como por carretera, el oído se puede taponar si se realizan cambios importantes de altura sobre el nivel del mar.

Meter la cabeza bajo el agua: Cuando metemos la cabeza bajo el agua la presión sobre los tímpanos hace que se hundan hacia dentro. Si salimos de golpe, el oído medio debe rellenar de aire el espacio a través de la trompa de Eustaquio.

Pero a veces el cambio de presión es tan rápido que la trompa se colapsa, no permitiendo que entre el aire. En este caso, el oído medio queda con una presión negativa que tira del tímpano hacia dentro manteniéndolo a tensión. El efecto es doble: al estar a tensión no vibra con normalidad y no oímos bien, pero además la presión hace que duela si se mantiene.

Para evitar estas situaciones, lo mejor es no hacer cambios bruscos de presión, aunque a veces es inevitable. Un truco eficaz es que el niño chupe o mastique mientras se producen los cambios de presión, que pueden darse durante la presurización y despresurización de la cabina en un vuelo, un viaje corto en el que haya una diferencia de altura importante, etcétera.

Esto favorece que el aire entre de nuevo hacia el oído medio equilibrando la presión. Para esto viene bien masticar. Es una de las pocas situaciones en las que es recomendable dar chicle a un niño. Otra solución consiste en hacer presión desde la garganta para que pase aire al oído, lo que algunos llaman “soplar por las orejas”, es decir, taparse la nariz e intentar expulsar el aire de forma que notamos que pasa a los oídos.

Puede haber casos en los que, a pesar de estas maniobras, la sensación perdure entre uno y tres días, haciéndose más molesta a medida que pasa el tiempo. Cuando esto sucede, tomar un antiinflamatorio puede calmar un poco el dolor y evitar que la trompa de Eustaquio se inflame, lo que impediría que se resolviera el problema, aunque es muy raro que se mantenga más allá de dos o tres días.

Una vez destaponado el oído, conviene evitar situaciones en las que pueda volver a reproducirse el problema durante al menos tres o cinco días.