La mayoría de los pacientes que acuden a consulta por problemas a nivel del oído lo hacen cuando perciben acúfenos, sensación de oído tapado, molestias por ruidos fuertes y capacidad disminuida para detectar sonidos con claridad explica la Dra. Alma Pesquero Romero, responsable del Gabinete de Otoneurología del Hospital Regional no. 1 Gabriel Mancera, perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), – Foto creado por freepik – www.freepik.es.
“En cuanto llegan, son revisados primero por el otorrinolaringólogo (especialista en problemas de oído, nariz y garganta) para descartar alguna infección o tapón de cerumen; luego pasa al gabinete de audiología o de otoneurología, donde por experiencia lo que hacemos es medir la presión y tomar muestras de sangre para hacer exámenes de laboratorio que nos indiquen el nivel de colesterol, triglicéridos, glucosa y ácido úrico.
También contemplamos la posibilidad de detectar anemia (deficiencia en glóbulos rojos, que transportan oxígeno), ya que es otra causa de problemas auditivos”. A continuación se efectúan estudios especiales como audiometría tonal (mide el umbral sonoro que puede escuchar el paciente), logoaudiometría (evalúa la capacidad para oír y entender el lenguaje) y, cuando se requieren, pruebas de la parte vestibular o del equilibrio.
Por lo que toca al tratamiento, explica la Dra. Alma Pesquero, “no debemos quitar los síntomas, sino combatir la causa, y ello consiste en modificar los hábitos alimenticios. Mandamos al paciente a dietología y después se le proporcionan medicamentos que disminuyan sus niveles de triglicéridos, colesterol o ácido úrico, o bien, para controlar la presión alta y la glucosa.
Una vez que están en niveles óptimos, vemos que los problemas del oído desaparecen o mejoran”. A pregunta expresa, la especialista considera que el panorama no es sencillo.
Cada día aparecen más productos de publicidad y comida chatarra, pero por la época que vivimos, con tanta prisa, es lo que comemos: papas fritas, galletas o yogurt, y eso nos afecta mucho, porque se fabrican con materias primas de calidad tan baja que a veces es más costoso el envase que el contenido”.
De esta forma, la sugerencia es que se incluyan más verduras en la dieta, menos carne, grasas y golosinas, e incluso que las frutas se ingieran con moderación. “Hay quienes se comen 6 mangos en una sentada, y otro tanto pasa con uvas, plátano o sandía, que son las que poseen más azúcares y que terminan transformándose en triglicéridos”.
Finaliza la especialista: “lo esencial es tener buena educación para comer, sobre todo desde jóvenes, y aceptar que nos alimentamos mal en vez de sorprendernos al ver los resultados de una prueba de sangre. Nadie nos obliga a ingerir 5 vasos de yogurt o 6 capuchinos con su respectiva rebanada de pastel, o a mezclar grasas y alimentos dulces, como al tomar jugo de naranja con jerez y yemas de huevo, o comer tacos en el puesto de la esquina con un refresco; esas son ‘bombas’ para nuestra salud circulatoria”.