La hiperacusia, una condición auditiva poco comprendida, a menudo es víctima de malentendidos y estigmas. – Imagen de stockking en Freepik.
Se tiende a etiquetar a quienes la padecen como «histéricos» o como personas con una «audición demasiado buena».
Sin embargo, es esencial ir más allá de estas percepciones erróneas para comprender verdaderamente los desafíos que enfrentan aquellos con hiperacusia.
Los sonidos cotidianos que la mayoría de las personas considera inofensivos, como ladridos de perros, risas, timbres de teléfonos o aspiradoras, pueden convertirse en fuentes de dolor y angustia para quienes sufren de hiperacusia.
Niños, en particular, han sido observados alejándose de sonidos que les resultan angustiosos pero que son inofensivos para los demás.
La falta de comprensión agrava el problema. Las personas con hiperacusia a menudo enfrentan acusaciones de hipersensibilidad o incluso de ser histéricos.
La creencia errónea de «oir demasiado bien» se perpetúa, lo cual se demostró en un estudio publicado en el International Journal of Audiology, donde el 6.8% de más de 1,000 participantes reportaron sufrir hiperacusia, asociada con tensiones y dificultades de concentración.
Es crucial destacar que las personas con hiperacusia no poseen una audición sobresaliente; más bien, su tolerancia a sonidos específicos y niveles que generalmente no se consideran altos se ve reducida.
Para algunos, incluso niveles tan bajos como 25 dB pueden resultar problemáticos, dificultando el diagnóstico con equipos convencionales utilizados en pruebas acústicas.
Enfrentar la hiperacusia puede ser especialmente desafiante para los niños, quienes luchan por comunicar a los adultos que sus reacciones, como taparse los oídos y salir corriendo de un lugar, no son actos de rebeldía sino respuestas genuinas a sonidos molestos.
Expertos en esta rara condición auditiva enfatizan la importancia de la comprensión y la empatía por parte de la familia y los médicos. Ser víctima de «tortura acústica» ya es un desafío, y la falta de comprensión solo agrava la situación.
A diferencia de la creencia común, la solución no radica en el silencio ni en el uso constante de tapones. De hecho, el aislamiento total puede empeorar el problema.
En su lugar, se aconseja que aquellos con hiperacusia rodeen sus vidas con sonidos agradables de bajo nivel.
Desde radios con volumen bajo hasta generadores de ruido para proporcionar una estimulación constante, estas prácticas buscan ayudar al cerebro a readaptarse a los sonidos diarios normales y, en última instancia, mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan este desafío auditivo.