La vida moderna es ruidosa. Hoy en día resulta imposible escapar del infierno del tráfico, de los aviones, de los trenes, de las fábricas, de los taladros que desgarran el pavimento, etc. – Imagen de Sasin Tipchai en Pixabay.
La intensidad y la constancia de estos ruidos son abrumadoras, lo que sin duda resulta preocupante por la pérdida de audición que deriva de este sometimiento constante. Las imágenes muestran, a escala de una de nuestras células sensoriales, los daños causados por los sonidos (ruidos) demasiado intensos. Hasta 80-85 dB, la célula no sufre y nuestra capacidad auditiva no se ve afectada.
A partir de ahí son los cilios son destruidos gradualmente, hasta su total desaparición. Por encima de ese nivel la célula muere y nuestra capacidad auditiva se altera definitivamente. Aparece una sordera, que puede ser completa si todas nuestras células sensoriales han corrido la misma suerte.
En el momento del nacimiento tenemos un capital muy limitado de células sensoriales (menos de 15.000). ¡ Y estas células una vez que han sido destruidas no tienen capacidad de regenerar !
La exposición al ruido y el peligro para el oído
Esta escala de intensidades sonoras (dB) clasifica los sonidos de nuestro medio ambiente en 4 categorías:
Se puede entender así que la legislación actual no sirve, necesariamente, para proteger nuestros oídos.
Es muy positivo impedir que un dispositivo personal (MP3) supere los 100 dB, pero hay que aclarar que también resulta peligroso si se utiliza más de 2 horas al día.
El límite de 105 dB para la intensidad de ruido de las discotecas protege al vecindario, pero no sirve para los clientes quienes no deberían de estar expuestos más de 30 min a intensidades de 100 dB.
En cuanto a la legislación laboral, hay que reconocer que, en general, se aplica correctamente en las fábricas o en los aeropuertos. Pero no alcanza a proteger al «aficionado o profesional de trabajos esporádicos» que por descuido utiliza, sin protección alguna, un taladro, amoladora (muela), una pulidora, sierra radial, etc.
Del mismo modo, aunque es obligatorio llevar casco insonorizantes en una sala de tiro, ¿qué cazador piensa, o se acuerda, en utilizar tapones para los oídos?
Vía: cochlea.org