El zumbido constante en los oídos, conocido como tinnitus, puede ser una de las aflicciones más molestas que experimentamos. Desde un zumbido ocasional hasta una interferencia constante en la vida diaria, afecta al 10-15% de la población adulta.
Lo intrigante es que estos sonidos parecen originarse dentro de nuestras cabezas en lugar de tener una fuente externa, aunque existe una variante llamada «tinnitus objetivo» que puede ser detectada por un micrófono, causada por los vasos sanguíneos, músculos o huesos del oído.
El tinnitus subjetivo, más común, ofrece pistas sobre la sofisticación evolutiva de nuestro sistema auditivo.
Por un lado, nuestros oídos pueden detectar sonidos extremadamente suaves, lo que puede alertarnos sobre la presencia de una presa o un depredador cercano.
Por otro lado, deben hacer frente a sonidos extremadamente fuertes, como maquinaria pesada o auriculares a volumen excesivo.
Afortunadamente, nuestro sistema auditivo tiene sus propias defensas. El cerebro puede modular la sensibilidad auditiva, actuando como un amplificador variable que ajusta el volumen según el entorno.
Sin embargo, en situaciones de silencio total, esta sensibilidad se maximiza, y el tinnitus puede surgir como el cerebro escuchando su propio ruido interno.
El tinnitus suele estar asociado con la pérdida de audición o la exposición a ruidos fuertes, lo que puede indicar un daño permanente en la audición.
Curiosamente, el tinnitus se experimenta a menudo como tonos puros, similar a la sincronización de varios metrónomos que gradualmente se alinean para producir un tono uniforme.
Algunas personas incluso experimentan lo que se conoce como «música fantasma», donde escuchan sonidos musicales como trompetas o incluso composiciones originales que parecen surgir de la nada.
Estos fenómenos ofrecen un fascinante vistazo a la complejidad de nuestra percepción auditiva y a los misterios que aún quedan por descubrir en el mundo del tinnitus.