Una investigadora del CONICET explica las causas, impacto y diferentes estudios que se realizan para detectar y dar una solución a los acúfenos, una condición que afecta entre el 10 y 20 por ciento de la población mundial. – Foto gentileza Global female leaders.
La cantante Barbra Streissand, el ex presidente estadounidense Bill Clinton e incluso Ludwig van Beethoven son algunos personajes históricos que sufrieron, o aún sufren, de acúfenos. Este desorden, caracterizado por la percepción de un sonido o zumbido en los oídos o en la cabeza, afecta entre un 10 y un 20 por ciento de la población mundial.
En términos absolutos esta cifra equivale a entre 736 y 1.472 millones de personas, de los cuales el 20-30 por ciento (147 a 221 millones de personas) sufre formas severas, que llegan a ser inhabilitantes. En esos casos la sensación de zumbido en la cabeza puede estar asociada a depresión, dificultades para conciliar el sueño o realizar otras actividades cotidianas, por ejemplo.
Ana Belén Elgoyhen es investigadora superior del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI, CONICET-UBA). Entre diferentes premios, fue la ganadora de la Distinción Investigadora de la Nación 2012 por sus avances en el conocimiento sobre los mecanismos que regulan el funcionamiento de la audición.
Recientemente Elgoyhen, junto con colegas de diferentes partes del mundo, publicó un análisis en la revista Nature Reviews Neuroscience sobre la naturaleza de los acúfenos y los cambios a nivel cerebral que ocurren y los aportes que las técnicas de imágenes modernas hacen al conocimiento de esta patología.
“Decidimos escribir una perspectiva sobre acúfenos, describiendo los avances realizados en los últimos años sobre las bases patofisiológicas de esta patología y las limitaciones de los estudios realizados hasta el presente, tanto en animales de experimentación como aquellos derivados de imágenes en pacientes. Como los acúfenos son una patología que afecta el sistema nervioso central, nuestro objetivo fue publicarlo en una revista de alto impacto y difusión en el área de las neurociencias”, explica la investigadora.
Esta patología presenta diferentes formas, entre ellas el acúfeno objetivo y el subjetivo. El primero puede ser detectado y escuchado por un observador externo y puede deberse, por ejemplo, a un flujo sanguíneo local turbulento o a contracciones musculares.
El acúfeno subjetivo, por el contrario, es mucho más prevalente y se define como la percepción de un sonido o zumbido en ausencia de una fuente externa que lo cause.
Para la mayoría de las personas los acúfenos no afectan su calidad de vida. Sin embargo en aproximadamente el 1 por ciento de la población mundial están acompañados de estrés, depresión y problemas para conciliar el sueño, entre otros, y reducen la calidad de vida de las personas que los padecen”, explica Elgoyhen.
Por ejemplo, en una entrevista la cantante Barbra Streisand atribuyó su temperamento volátil a los acúfenos que padece desde los siete años. Avances de la mano de estudios de neuroimágenes y electrofisiológicos En muchos casos, indican los autores, los acúfenos son el resultado de una lesión coclear. La cóclea es una estructura ubicada dentro del oído interno y que es parte del sistema auditivo humano.
Y además resaltan un hecho que se descubrió hace relativamente poco, de la mano de los avances de los estudios en modelos animales y mapeos cerebrales: los acúfenos suelen estar acompañados de cambios en el Sistema Nervioso Central (SNC).
En el trabajo los autores analizan los diferentes estudios disponibles que se han realizado en modelos animales y en humanos con el objetivo de comprender mejor los mecanismos subyacentes en esta patología y los cambios que producen.
Según indican, frecuentemente los acúfenos suelen ocurrir después de la desaferenciación auditiva, es decir la interrupción de las señales que llegan a la corteza auditiva, que es donde se procesan. En ese contexto, uno de los modelos propuestos sugiere que la percepción del ‘zumbido’ característico podría ser el resultado del aumento de la actividad en las vías auditivas para compensar la falta de llegada de estímulos auditivos a la corteza.
En las conclusiones explican que las técnicas de neuroimagen en pacientes han ampliado la base de conocimiento que se tiene sobre la patofisiología de los acúfenos al revelar “cambios estructurales y funcionales en diferentes áreas del cerebro”, y además que estos cambios no están solamente limitados al sistema auditivo sino también a otras regiones del SNC.
“Estudios de imágenes del cerebro y electrofisiológicos en pacientes con acúfenos mostraron cambios en la actividad eléctrica en centros que van más allá de la corteza auditiva, incluyendo la corteza pre-frontal, el hipocampo y el sistema límbico”, agrega Elgoyhen.
Por Ana Belluscio. Sobre investigación. Ana Belén Elgoyhen. Investigadora superior. INGEBI. Berthold Langguth. Universidad de Resensburg. Alemania. Dirk De Ridder. Universidad de Otago. Nueva Zelanda. Sven Vancneste. Universidad de Texas en Dallas. Estados Unidos.
Vía: Conicet