35 años escuchando campanas invisibles: La impactante historia de una mujer que convive con tinnitus
Una vida acompañada por sonidos que nadie más escucha.
Imagina despertar cada mañana con un zumbido agudo en tus oídos, como si una alarma invisible nunca se apagara. Ahora, imagina que ese sonido no desaparece… nunca. Marion McGilvary, una escritora británica, lleva 35 años conviviendo con el tinnitus, una condición que llena su mundo de campanas, sirenas y ruidos que solo ella puede escuchar. – (Imagen de Freepik.com).
Su historia, relatada en primera persona, es un testimonio crudo pero esperanzador sobre cómo aprender a vivir con un compañero de vida que no fue invitado.
El día en que todo cambió
Todo comenzó cuando Marion tenía 25 años. Una noche, después de ver un programa de televisión sobre cómo el tinnitus llevaba a algunas personas al suicidio, despertó aterrorizada por un repique constante en su oído.
«Pensé que era sugestión, que mi mente me estaba jugando una mala pasada. Pero el sonido seguía ahí, insistente, como una campana que nunca dejaba de sonar.»
En lugar de ignorarlo, como muchos le sugirieron, el ruido se convirtió en una obsesión. Consultó médicos, probó terapias alternativas e incluso visitó a un gurú hindú, pero nada silenció ese zumbido.
Cuando el silencio se convierte en un lujo
Con el tiempo, el tinnitus se volvió su sombra constante. Peor aún, cada embarazo (tuvo tres hijos) intensificó los síntomas.
«Pasaba tardes enteras en el balcón, tratando de ahogar el ruido con el estruendo de los aviones rumbo a Heathrow.»
Dormir se convirtió en un desafío. Usaba audífonos con ruido blanco y colocaba un despertador bajo la almohada para distraerse con su tic-tac. Pero nada funcionaba como esperaba.
El cerebro que «compensa» demasiado
Tras una prueba de audición, descubrió que sufría una pérdida auditiva en frecuencias altas, algo común en pacientes con tinnitus. Los médicos le explicaron que, al perder ciertos sonidos, el cerebro «inventa» ruidos para llenar el vacío.
«Es como si mi mente decidiera que el silencio era inaceptable y, en su lugar, me regalara una sinfonía de grabadoras desafinadas.»
Terapias alternativas y falsas esperanzas
Desesperada, probó acupuntura, hierbas medicinales (con un aroma y sabor «a perro mojado», según sus palabras) y hasta medicina tradicional china. Pero el zumbido persistió.
Peor aún, ciertos estímulos empeoraban los síntomas:
- Música alta → Más ruido.
- Estrés o cansancio → El volumen subía.
- Alcohol y café → Un cóctel peligroso.
Incluso evitó un grupo de apoyo local porque temía que escuchar las experiencias de otros pacientes la hundiera más.
El tinnitus como termómetro emocional
Con los años, Marion aprendió a interpretar su tinnitus como una señal de su cuerpo.
«Cuando los ruidos se intensifican, me pregunto: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Estoy estresada? ¿Durmiendo poco? Es mi alarma personal.»
Aunque no hay cura, ha encontrado formas de convivir con él:
- Rodearse de sonidos agradables (pájaros, el mar, risas).
- Evitar excesos (café, alcohol, falta de sueño).
- Aceptar que es parte de su vida, pero no la define.
«Mi no tan pequeño no-amigo»
Hoy, a sus 60 años, Marion sigue escuchando las campanas. A veces, un estallido repentino la asusta tanto que ha llegado a pensar en tumores cerebrales. Pero, tras visitar urgencias, siempre recibe el mismo diagnóstico: «No hay nada malo en usted».
«El tinnitus es como un vecino ruidoso: no lo elegiste, pero aprendes a tolerarlo. Y aunque a veces grita, también me recuerda que debo cuidarme.»
Su historia es un recordatorio de que, incluso en medio del caos, la adaptación es posible.
¿Y tú? ¿Has experimentado algo similar?
Si sufres de tinnitus o conoces a alguien que lo padezca, no estás solo. Comparte tu experiencia en los comentarios y hablemos de cómo enfrentar este invisible, pero molesto, compañero.
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Fuente: dailymail.com.uk