Perspectiva Integral sobre la Enfermedad de Ménière: Síntomas, Factores de Riesgo y Estrategias de Manejo

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Este trastorno puede ocasionar la aparición de zumbidos en los oídos, vértigo, dolor o sensación de presión en el oído, e incluso la pérdida de la capacidad auditiva.(Foto captura de pantalla.)

La enfermedad de Ménière está asociada al líquido presente en los canales semicirculares del oído interno, lo que afecta el equilibrio.

Aunque la causa exacta de esta enfermedad aún no se conoce completamente, se ha vinculado a episodios de elevada presión en el oído interno, así como a infecciones en el oído medio o interno, y traumatismos craneales.

Los factores de riesgo incluyen enfermedades virales recientes, infecciones respiratorias, alergias, consumo de alcohol, fatiga, tabaquismo, estrés, uso de ciertos medicamentos y antecedentes familiares.

Los episodios de la enfermedad de Ménière pueden surgir de manera abrupta, con una frecuencia variable que puede ir desde diaria hasta anual.

La gravedad de los episodios también es diversa, y la enfermedad tiende a afectar un solo oído. Los síntomas principales abarcan presión en el oído, disminución de la audición, zumbido en el oído afectado y vértigo.

El vértigo es a menudo el síntoma más problemático, manifestándose generalmente con sudoración intensa, náuseas y vómitos. Estos síntomas se agravan con movimientos bruscos y pueden durar desde 20 minutos hasta varias horas.

Aunque la audición suele recuperarse después de los ataques, a largo plazo, se experimenta un deterioro progresivo.

Otros síntomas incluyen tinnitus, sensación de presión en los oídos, pérdida de audición, principalmente en sonidos de baja frecuencia, y manifestaciones como dolor de cabeza, diarrea, malestar abdominal, náuseas y vómitos, así como movimientos incontrolables del ojo.

En cuanto al tratamiento, lamentablemente no existe una cura definitiva para la enfermedad de Ménière. Sin embargo, se pueden aliviar los síntomas mediante cambios en el estilo de vida y enfoques paliativos.

Se sugiere el uso de diuréticos para reducir la cantidad de líquido en el cuerpo, disminuir el consumo de sal, evitar movimientos bruscos y descansar durante los episodios.

Además, se aconseja una dieta saludable, ejercicio regular, suficiente descanso y técnicas de relajación. Reducir o evitar el consumo de alcohol y cafeína también puede ayudar a controlar los síntomas.

En casos más severos, el médico puede recetar medicamentos para combatir mareos, vértigo y náuseas, y en situaciones extremas, la cirugía podría ser necesaria.