La pulcritud nos lleva a extremar la limpieza de cada milímetro de nuestro cuerpo; no obstante, hay zonas muy delicadas que de no recibir el trato adecuado pueden causar problemas de consecuencias graves. – Imagen de Freepik.
Tal es el caso de la limpieza de los oídos, los cuales generalmente son maltratados. No toda la gente sabe que el órgano auditivo puede estar en peligro cada vez que intentamos rascarnos introduciendo un lápiz o una llave, o al momento que nos limpiamos después de la ducha empleando un hisopo (cotonete).
Para entender dónde puede estar el riesgo es importante saber que el conducto auditivo tiene forma parecida a la de un embudo, en la parte más estrecha se dirige hacia dentro de la cabeza, en concreto a la llamada membrana timpánica.
Ahora bien, la piel del conducto tiene unas glándulas especiales que fabrican cera (cerumen), la cual tiene la función de atrapar las partículas de polvo en el aire, de manera que se evite que lleguen hasta el tímpano. Hay que recordar que este último es el responsable de recibir las ondas que genera cualquier sonido y transformarlas en señales que van directamente al cerebro, el cual las descifra y registra en su memoria.
Retomando la formación de cerumen, también llamada cerilla, después de un tiempo ésta se acumula y puede causar que no se escuche bien, pero lo peor es tratar de retirarla utilizando objetos como cotonetes, pasadores, cerillos, clips, llaves o la esquina enroscada de una servilleta.
Tratar de hacerlo de esta manera provoca que el tapón de cera en el oído sea empujado aun más adentro, lo que dificultará su salida; además, es muy posible que se perfore la delgada membrana que cubre el tímpano, y con ello dejarlo expuesto a posible infección de graves consecuencias.
Vale la pena tomar en cuenta que el cerumen cumple con la función que se ha indicado, por lo que no debe intentar retirarlo todos los días, y lo mejor es dejar pasar 2 ó 3 semanas entre cada limpieza. En la mayoría de las personas los oídos se limpian solos, produciéndose una salida lenta y ordenada desde el tímpano hacia el exterior. La cera vieja es constantemente transportada hasta el meato auditivo (entrada del oído), donde usualmente se seca y cae.
Pese a ello te diremos cómo limpiar los oídos en forma segura: lo primero es ablandar el tapón de cerilla con unas gotas de glicerina o aceite para bebé aplicadas con un gotero, en una acción que se puede llevar a cabo dos veces al día durante 4 ó 5 días.
Al paso de este tiempo la cerilla se habrá reblandecido, por lo que se procede a recostar la cabeza en una almohada y verter en el conducto auditivo agua oxigenada previamente calentada a temperatura corporal (37°C); este paso debe hacerse con una jeringa de 3 milímetros, la cual debe vaciarse muy despacio (las burbujas de oxígeno aflojarán la cera del oído). El líquido debe permanecer 1 a 2 minutos dentro del oído, manteniendo la cabeza inclinada, para después incorporarla a su posición normal, de manera que fluya el agua templada, la cual trae consigo la cerilla reblandecida que se absorbe con algodón. Este paso puede repetirse 3 ó 4 veces, hasta que se considere que el oído está limpio y se escucha mejor.
Es de suma importancia tener en cuenta que la operación anterior solo debe llevarse a cabo estando seguro de que no se padeceperforación en la membrana timpática, pues de ocurrir esto el riesgo de que se contraiga una infección, por el líquido que se incorpora, es alto.
Para cerciorarse del buen estado del órgano hay que acudir al otorrinolaringólogo, especialista médico que atiende este tipo de problemas y quien sería el indicado para extraer el tapón de cerumen si el procedimiento anterior fracasara o se reconociera una lesión. No dudes por ningún motivo visitar al facultativo si la sensación de lleno persiste después de haber limpiado los oídos o si sientes mareos o dolor, pues podría ser un objeto extraño en el oído el causante del problema.
Recuerda que el mejor de los cuidados es evitar la acumulación excesiva de cerumen y sus consecuencias, para ello toma en cuenta: Limpiar suavemente el conducto auditivo externo (oreja), 2 ó 3 veces por semana. No usar cotonetes ni cualquier otro objeto que no sea aceite y agua. Visitar al otorrinolaringólogo al menos una vez al año.
Vía: Salud y medicinas